miércoles, 24 de octubre de 2007

EL Reino de Todavía


Más que proporcionar una visión de conjunto, un panorama de las ideas y problemas que expone la revista, éste es el intento de colocar las últimas piedras antes de que finalice el día. Se trata de apuntalar y afilar las opiniones, reflexiones y aportes que aquí en la página han sido tejidos para así fortalecer su armazón. Damos cuenta de los temas tratados, en la medida en que, después de haber realizado un recorrido, tras ese tránsito hay una experiencia que permanece obrando, que busca concluir curando las terrazas, puentes y caminerías construidas antes de entregarse al paso y el deterioro suscitado por el tiempo.

Al hacer esto, nos parece honesto y necesario trazar una pequeña mirada de alcance respecto de las armas, los medios y los instrumentos que han sido puestos en juego.

Hacemos mención entonces, del corto pero provechoso prólogo que Marx escribía a la edición francesa de El Capital (Londres, 18 de marzo de 1872). En él, y quizá un poco bajo el mismo espíritu que nos anima, advertía sobre los inconvenientes que tiene la búsqueda de la verdad: “En la ciencia no hay caminos reales, y sólo tendrán esperanzas de acceder a sus cumbres luminosas aquellos que no teman fatigarse al escalar por senderos escarpados”.

Después de haber escrito esta su obra culminante, luego de treinta años de incesante estudio e investigación filosófica y científica, teniendo en sus manos la crítica más exhaustiva y audaz que haya podido hacerse de las relaciones sociales de producción del orden capitalista, advierte de alguna manera sobre el poder y las posibilidades de las cuales goza la ciencia. Esto es algo aleccionador.

Y, ciertamente, en unos de sus tantos y magníficos discos, en una de sus canciones llamada El reino de todavía, el trovador y poeta cubano Silvio Rodríguez dice: “Nadie sabe qué cosa es el comunismo/ y eso puede ser pasto de la censura./ Nadie sabe qué cosa es el comunismo/ y eso puede ser pasto de la aventura.”

Probablemente Marx esté de acuerdo con Silvio: nadie sabe qué cosa es el comunismo y no es esto algo que deba paralizarnos. Realmente, no podemos hacer del estudio y tratamiento de lo humano una fórmula, ejemplo de un total reduccionismo científico. Y de ello, bien tengamos el ejemplo de Marx, que como ya hemos dicho, con El Capital en las manos, con todos sus hallazgos y descubrimientos, advierte sobre esto a todos.

Es por eso que, cuando los propósitos y derroteros políticos son asaltados por grandes dudas y nos topamos con grandes hoyos en el camino, valientes, con el arrojo de la aventura, debemos saber que cada salto y ganancia que hacemos frente a la compleja realidad, nos pone siempre frente a un basto campo, ante un universo ignorado aún mayor, el cual tendrá que ser explorado poco a poco por nuestra mirada: que ante nosotros algo permanezca desconocido nos lleva cada vez más a descifrarlo: es pasto para la aventura.

El pasto de la ciencia es el pasto de la aventura, el que surcan, desbrozan y cultivan Marx y Silvio, el filósofo y el poeta, la poesía y la ciencia. Y, ante todo, el hombre común que ellos también han sido, aquel que siente y padece. Sabemos también que siempre estarán los que conservadora y temerosamente busquen censurar toda nueva mirada sobrevenida, amparándose en una cuota que de la verdad han podido tomar, del lavado y cambiante rostro de la verdad.

Hombres y engranajes ha sido el tema de preocupación de Ernesto Sábato en uno de sus libros. Éste es el estado de cosas social, tales son las condiciones que persisten en ser el rostro de una humanidad perfectamente delimitada, de celdas cubistas fragmentando el cuerpo humano, con funciones, operaciones y roles perfectamente determinados, organizados y calculados fríamente para perpetuar este orden que se cierne desde el cielo geométrico del universo.

Así que, más allá de las dificultades, preocupaciones y encandilamientos que hoy tocan a la puerta: ¿alguien sabe qué es el socialismo? Y, mejor aún: ¿alguien sabe qué cosa es el comunismo? En esta portentosa e imprescindible búsqueda, debemos recibir con despierto y firme ánimo las incongruencias y desengranjes, la porosidad y los diferentes segmentos que comprende nuestra sociedad, cuyo perfil en su real y concreta materialidad es mestizo: el futuro del mundo está en el mestizaje. Suspender las capacidades imaginativas de la inteligencia y sensibilidad humanas, enriquecidas en este medio humano lleno de diversidad y rapidez sería algo inaceptable y desventurado: hombres y desengranajes, para que el cuerpo de hojalata de la máquina rinda sus partes destartaladas y regadas por el suelo.

En estos tiempos en donde permanecemos atados a un modo de producción capitalista, bajo este modo de producción histórico específico, la conciencia armada de imaginación nos permitirá ampliar nuestro horizonte de acción mas allá del que nos es asignado como parte integrante del engranaje, pero también debe ser vista la imaginación como una facultad imprescindible para la vida en cualquier otro estado social, superado el que tenemos. La conciencia armada y reblandecida día a día por la sensibilidad de la imaginación es la potencia de toda superación humana para siempre… En estos tiempos nos permitirá romper las cadenas y camisas de fuerzas tendidas por doquier, y en el socialismo por-venir tendrá que estar inserto en el trabajo diario, tendrá que ser un “requisito” de vida.

Las mismas cuantificaciones y abstractizaciones que han hecho del hombre un quantum –tan sólo una cifra o magnitud calculable de tiempo- económico no pueden ser llevadas a la praxis política del proceso de cambio bajo una especie de quantum político, que ignora los diversos vínculos que arraigan la vida colectiva y social de los individuos. Verdaderas causas y motivos de lucha que hacen de la lucha política una necesidad de vida. Verdaderas fuentes materiales que hacen de la causa o ideal nacional de liberación una realidad concreta, material y diversa. Intereses mestizos históricamente oprimidos y soslayados que hoy deben alcanzar expresión cada vez más en los ideales de la lucha y en la conciencia política. En este punto del proceso, en donde la revolución no ha quebrantado aún las estructuras y relaciones sociales de producción del poder capitalista, y puesto que esto no podrá advenir bajo el influjo de las condiciones del desarrollo y necesidad históricas, el cambio se suscitaría por una decisión y transformación política. Aquí es donde estamos y por ello la preocupación. El esfuerzo y la tarea de acrecentar, despertar y movilizar una gran fuerza humana que impulse y forje el cambio no puede ser realizada bajo el mismo supuesto y lógica de un quantum económico llevado a lo político: como quantum político.

No es esto un quantum de la palabra y del espíritu, una gelatina del pensar. Hay actividades de la vida humana que escapan al quantum, a la cuantificación, al cálculo. La escritura y el pensar tienen por finalidad escapar necesariamente de la cuantificación. Y ellas deben recobrar y reanimar, para la edificación humana la libertad: invadir y ramificarse en el alma y cuerpo humano como posibilidades multiplicadoras de sentidos nuevos para los hombres y mujeres. Esto es la razón imaginativa, o la imaginación de la razón dando cuenta sensiblemente de la experiencia social. Es un giro importante, que este poder se reanime sobreponiéndose al cansancio y la extenuación que va cavando día a día la tumba de los seres humanos.

Algo se nos escapa y vamos quedando adormecidos en un mal sueño. Se va perdiendo y empobreciendo el juego con el mundo que significa la vida. Tantas cosas que nos rodean y que conforman nuestra existencia. Vamos quedando mudos y ciegos, nuestra sensibilidad va siendo aniquilada y el espectáculo en movimiento de lo que nos rodea no nos dice ya nada. El pensamiento es un habla con el mundo, quien ha dicho que no podemos hablar con los perros o con los árboles de la calle y escucharlos. El pensamiento es un oído y un gran tímpano con el que podemos escuchar la voz de los árboles y de los perros, de los pájaros, y, por supuesto, también la voz y las ideas de nuestros semejantes, para presenciar y revivir sentidos perdidos de las cosas.

¡Que entonces esta facultad y capacidad de pensamiento vaya recorriendo y ramificándose por el tejido social, como nueva clorofila hasta llegar a sus raíces! ¡Que la vida de los niños y niñas, y las actividades que ocupan a los hombres y mujeres la mayor parte de su tiempo sean realizadas bajo el influjo de esta clorofila! ¡Que no sea ya más quantum calculable!

Actividad incalculable, puesto que día a día reinventa su obrar como lo hacía el artesano en la fabricación de sus obras: un juego de todas sus facultades con el devenir y materialidad del mundo.

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